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EL SUEÑO Y EL OLVIDO, POR GINA MONTANER, CUBA-ESPAÑA.TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS.  En una ocasión, GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, ese extraordinario y admirable conocedor de la naturaleza humana, afirmó atinadamente que, cito: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado." Nuevos descubrimientos científicos nos evidencian que la calidad del sueño es, también, uno de los artífices del olvido. CECILIA   EL SUEÑO Y EL OLVIDO, POR GINA MONTANER, CUBA-ESPAÑA.TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS. “El olvido llega al corazón como a los ojos el sueño.” ALFRED de MUSSET, FRANCIA. “La muerte no es más que un sueño y un olvido.” MAHATMA GANDHI, INDIA. Ahora sabemos más acerca de la pérdida de memoria en la vejez. De acuerdo con un estudio publicado en el JOURNAL NATURE NEUROSCIENCE, resulta ser que el olvido no obedece tanto al proceso de envejecimiento, como a los cambios estructurales que sufre el cerebro con el paso de los años, afectando la calidad del sueño. La falta de descanso nocturno acaba por erosionar la memoria. Los resultados de esa investigación, en gran medida explican aquellos años de la adolescencia, en los que uno dormía a pierna suelta. En la más tierna juventud, no había horas suficientes para soñar. Era la época, ahora lo sabemos, en la que el sueño hacía las veces de la cigarra que acopia reservas. En el período reparador, el disco duro de la mente se llenaba a rebosar de la película de nuestras vidas. Imágenes nítidas y evocaciones con textura, que al día siguiente permanecían tan frescas, al momento de despertar. Sin embargo, en la senectud, la intemperie es tanta, que hasta las noches se convierten en inhóspitos pasajes de la duermevela. El cerebro, esa resistente maquinaria condenada a oxidarse, va borrando, de manera inexorable, la trayectoria de toda una vida. De día, el anciano transita en la luz, pero en la madrugada, el descanso borra el rastro de los recuerdos. El olvido, como arma para defendernos de la devastación del tiempo. El olvido, como refugio último, para guarecernos de las inclemencias de la decadencia física. (….). Si la pérdida de memoria no proporciona alivio, se buscan otras vías de escape, para morir con dignidad. No hace falta llegar a la vejez, para enfrentarse a la desmemoria. Ahora sabemos que a medida que avanza nuestra vida, cuando dormimos estamos desandando el camino, sin dejar migas de pan que nos reconduzcan al pasado. Dormir, además de soñar, también es olvidar. CECILIA |
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