El amor es un rayo de Luna
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Posted:Nov 7, 2007 9:07 pm
Last Updated:Sep 25, 2010 11:06 pm 7586 Views
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Apreciados amigos: Comparto con ustedes esta hermosa leyenda, es larga pero vale la pena leerla.. un diluvio de besos... reina EL RAYO DE LUNA
(Leyenda soriana)
Yo no sé si esto es una historia que parece cuento o un cuento que parece historia; lo que puedo decir es que en su fondo hay una verdad, una verdad muy triste, de la que acaso yo seré uno de los últimos en aprovecharme, dadas mis condiciones de imaginación.
Otro, con esta idea, tal vez hubiera hecho un tomo de filosofía lacrimosa; yo he escrito esta leyenda, que, a los que nada vean en su fondo, al menos podrá entretenerlos un rato.
Era noble; había nacido entre el estruendo de las armas, y el insólito clamor de una trompa de guerra no le hubiera hecho levantar la cabeza un instante, ni apartar sus ojos un punto del oscuro pergamino en que leía la última carta de un trovador.
Los que quisieran encontrarlo no lo debían buscar en el anchuroso patio de su castillo, donde los palafreneros domaban los potros, los pajes enseñaban a volar a los halcones y los soldados se entretenían los días de reposo en afilar el hierro de su maza contra una piedra.
-¿Dónde está Manrique? ¿Dónde está vuestro señor? -preguntaba algunas veces su madre.
-No sabemos -respondían sus servidores-; acaso estará en el claustro del monasterio de la Peña; sentado al borde de una tumba, prestando oído a ver si sorprende alguna palabra de la conversación de los muertos; o en el puente, mirando correr una tras otra las olas del río por debajo de sus arcos; o acurrucado en la quiebra de una roca y entretenido en contar las estrellas del cielo, en seguir una nube con la vista o contemplar los fuegos fatuos que cruzan como exhalaciones sobre el haz de las lagunas. En cualquiera parte estará menos en donde esté todo el mundo.
En efecto, Manrique amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra por que su sombra no lo siguiese a todas partes.
Amaba la soledad porque en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico, habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sus ensueños de poeta, porque Manrique era poeta, ¡tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en que pudiera encerrar sus pensamientos, y nunca los había encerrado al escribirlos!
Creía que entre las rojas ascuas del hogar habitaban espíritus de fuego de mil colores, que corrían como insectos de oro a lo largo de los troncos encendidos, o danzaban en una luminosa ronda de chispas en la cúspide de las llamas, y se pasaba las horas muertas sentado en un escabel, junto a la alta chimenea gótica, inmóvil y con los ojos fijos en la lumbre.
Creía que en el fondo de las ondas del río, entre los musgos de la fuente y sobre los vapores del lago vivían unas mujeres misteriosas, hadas, sílfides u ondinas, que exhalaban lamentos y suspiros o cantaban y se reían en el monótono rumor del agua, rumor que oía en silencio, intentando traducirlo.
En las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en las grietas de las peñas imaginaba percibir formas o escuchar sonidos misteriosos, formas de seres sobrenaturales, palabras inteligibles que no podía comprender.
¡Amar! Había nacido para soñar el amor, no para sentirlo. Amaba a todas las mujeres un instante: a ésta porque era rubia, a aquélla porque tenía los labios rojos, a la otra porque se cimbreaba al andar, como un junco.
Algunas veces llegaba su delirio hasta el punto de quedarse una noche entera mirando a la luna, que flotaba en el cielo entre un vapor de plata, o a las estrellas, que temblaban a lo lejos como los cambiantes de las piedras preciosas. En aquellas largas noches de poético insomnio exclamaba:
-Si es verdad, como el prior de la Peña me ha dicho, que es posible que esos puntos de luz sean mundos; si es verdad que en ese globo de nácar que rueda sobre las nubes habitan gentes, ¡qué mujeres tan hermosas serán las mujeres de esas regiones luminosas! Y yo no podré verlas, y yo no podré amarlas... ¿Cómo será su hermosura?... ¿Cómo será su amor?
Sobre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios, cuyas posesiones se extendían a lo largo de la opuesta margen del río.
En la época a que nos referimos, los caballeros de la Orden habían ya abandonado sus históricas fortalezas; pero aún quedaban en pie restos de los anchos torreones de sus muros; aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas, los macizos arcos de su claustro, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas, en las que suspiraba el viento con un gemido, agitando las altas hierbas.
En los huertos y en los jardines cuyos senderos no hollaban hacía muchos años las plantas de los religiosos, la vegetación, abandonada de sí misma, desplegaba todas sus galas, sin temor de que la mano del hombre la mutilase, creyendo embellecerla.
Las plantas trepadoras subían encaramándose por los añosos troncos de los árboles; y las sombrías calles de álamos, cuyas copas se tocaban y se confundían entre sí, se habían cubierto de césped; los cardos silvestres y las ortigas brotaban en medio de los enarenados caminos, y en los trozos de fábrica, próxima a desplomarse, el jaramago, flotando al viento como el penacho de una cimera, y las campanillas blancas y azules, balanceándose como en un columpio sobre sus largos y flexibles tallos, pregonaban la victoria de la destrucción y la ruina.
Era de noche; una noche de verano, templada, llena de perfumes y de rumores apacibles, y con una luna blanca y serena en mitad de un cielo azul, luminoso y transparente.
Manrique, presa su imaginación de un vértigo de poesía, después de atravesar el puente, desde donde contempló un momento la negra silueta de la ciudad que se destacaba sobre el fondo de algunas nubes blanquecinas y ligeras arrolladas en el horizonte, se internó en las desiertas ruinas de los Templarios.
La medianoche tocaba a su punto. La luna, que se había ido remontando lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del Duero, Manrique exhaló un grito, un grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de temor y de júbilo.
En el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en que el loco soñador de quimeras o imposibles penetraba en los jardines.
-¡Una mujer desconocida!... ¡En este sitio... ¡A estas horas! Esa, esa es la mujer que yo busco -exclamó Manrique-; y se lanzó en su seguimiento, rápido como una saeta.
Llegó al punto en que había visto perderse, entre la espesura de las ramas, a la mujer misteriosa. Había desaparecido. ¿Por dónde? Allá lejos, muy lejos, creyó divisar por entre los cruzados troncos de los árboles como una claridad o una forma blanca que se movía.
-¡Es ella, es ella, que lleva alas en los pies y huye como una sombra! -dijo, y se precipitó en su busca, separando con las manos las redes de piedra que se extendían como un tapiz de unos en otros álamos. Llegó, rompiendo por entre la maleza y las plantas parásitas, hasta una especie de rellano que iluminaba la claridad del cielo... ¡Nadie! ¡Ah!... Por aquí, por aquí va -exclamó entonces-. Oigo sus pisadas sobre las hojas secas, y el crujido de su traje, que arrastra por el suelo y roza en los arbustos -y corría, y corría como un loco, de aquí para allá, y no la veía-. Pero siguen sonando sus pisadas -murmuró otra vez-; creo que ha hablado; no hay duda, ha hablado... El viento, que suspira entre las ramas; las hojas, que parece que rezan en voz baja, me han impedido oír lo que ha dicho; pero no hay duda: va por ahí, ha hablado..., ha hablado... ¿En qué idioma? No sé; pero es una lengua extranjera...
Y tornó a correr en su seguimiento, unas veces creyendo verla, otras pensando oírla: ya notando que las ramas por entre las cuales había desaparecido se movían, ya imaginando distinguir en la arena la huella de sus breves pies; luego, firmemente persuadido de que un perfume especial, que aspiraba a intervalos, era un aroma perteneciente a aquella mujer que se burlaba de él complaciéndose en huirlo por entre aquellas intrincadas malezas. ¡Afán inútil!
Vagó algunas horas de un lado a otro, fuera de sí, parándose para escuchar, ya deslizándose con las mayores precauciones sobre la hierba, ya en una carrera frenética y desesperada.
Avanzando, avanzando por entre los inmensos jardines que bordeaban la margen del río, llegó al fin al pie de las rocas sobre las que se eleva la ermita de San Saturio.
-Tal vez, desde esta altura podré orientarme para seguir mis pesquisas a través de ese confuso laberinto -exclamó, trepando de peña en peña con la ayuda de su daga.
Llegó a la cima, desde la que se descubren la ciudad en lontananza y una gran parte del Duero, que se retuerce a sus pies, arrastrando una corriente impetuosa y oscura por entre las corvas márgenes que lo encarcelan.
Manrique, una vez en lo alto de las rocas, tendió la vista a su alrededor; pero al tenderla y fijarla al cabo en un punto, no pudo contener una blasfemia. La luz de la luna rielaba chispeando en la estela que dejaba en pos de sí una barca que se dirigía a todo remo a la orilla opuesta.
En aquella barca había creído distinguir una forma blanca y esbelta, una mujer sin duda, la mujer que había visto en los Templarios, la mujer de sus sueños, la realización de sus más locas esperanzas. Se descolgó de las peñas con la agilidad de un gamo, arrojó al suelo la gorra, cuya redonda y larga pluma podía embarazarlo para correr, y desnudándose del ancho capotillo de terciopelo, partió como una exhalación hacía el puente.
Pensaba atravesarlo y llegar a la ciudad antes que la barca tocase en la otra orilla. ¡Locura! Cuando Manrique llegó, jadeante y cubierto de sudor, a la entrada, ya los que habían atravesado el Duero por la parte de San Saturio entraban en Soria por una de las puertas del muro, que en aquel tiempo llegaba hasta la margen del río, en cuyas aguas se retrataban sus pardas almenas.
Aunque desvanecida su esperanza de alcanzar a los que habían entrado por el postigo de San Saturio, no por eso nuestro héroe perdió la de saber la casa que en la ciudad podía albergarlos. Fija en su mente esta idea, penetró en la población y, dirigiéndose hacía el barrio de San Juan, comenzó a vagar por sus calles a la ventura.
Las calles de Soria eran entonces, y lo todavía, oscuras y tortuosas. Un silencio profundo reinaba en ellas, silencio que sólo interrumpían, ora el lejano ladrido de un perro, ora el rumor de una puerta al cerrarse, ora el relincho de corcel que piafando hacía sonar la cadena que lo sujetaba al pesebre en las subterráneas caballerizas.
Manrique, con el oído atento a estos rumores de la noche, que unas veces le parecían los pasos de alguna persona que había doblado ya la última esquina de un callejón desierto; otras, voces confusas de gentes que hablaban a sus espaldas y que a cada momento esperaba ver a su lado, anduvo algunas horas corriendo al azar de un sitio a otro.
Por último, se detuvo al pie de un caserón de piedra; oscuro y antiquísimo, y al detenerse brillaron sus ojos con una indescriptible expresión de alegría. En una de las altas ventanas ojivales de aquel que pudiéramos llamar palacio se veía un rayo de luz templada y suave, que, pasando a través de unas ligeras colgaduras de seda color de rosa, se reflejaba en el negruzco y agrietado paredón de la casa de enfrente.
-No cabe duda; aquí vive mi desconocida -murmuró el joven en voz baja y sin apartar un punto sus ojos de la ventana gótica-; aquí vive... Ella entró por el postigo de San Saturio... Por el postigo de San Saturio se viene a este barrio... En este barrio hay una casa donde, pasada la medianoche, aún hay gente en vela... ¿En vela? ¿Quién, sino ella, que vuelve de sus nocturnas excursiones, puede estarlo a esas horas?... No hay más; ésta es su casa.
En esta firme persuasión, y revolviendo en su cabeza las más locas y fantásticas imaginaciones, esperó el alba frente a la ventana gótica; de la que en toda la noche no faltó la luz ni él separó la vista un momento.
Cuando llegó el día, las macizas puertas del arco que daban entrada al caserón, y sobre cuya clave se veían esculpidos los blasones de su dueño, giraron pesadamente sobre los goznes, con un chirrido prolongado y agudo. Un escudero apareció en el dintel con un manojo de llaves en la mano, restregándose los ojos y enseñando al bostezar una caja de dientes capaces de dar envidia a un cocodrilo.
Verlo Manrique y lanzarse a la puerta, todo fue obra de un instante.
-¿Quién habita en esta casa? ¿Cómo se llama ella? ¿De dónde es? ¿A qué ha venido a Soria? ¿Tiene esposo? Responde, animal -ésta fue la salutación que, sacudiéndole el brazo violentamente, dirigió al pobre escudero, el cual, después de mirarlo un buen espacio de tiempo con los ojos espantados y estúpidos, le contestó con voz entrecortada por la sorpresa:
-En esta casa vive el muy honrado señor don Alonso de Valdecuellos, montero mayor de nuestro señor el rey, que, herido en la guerra contra moros, se encuentra en esta ciudad reponiéndose de sus fatigas.
-Pero, ¿y su hija? -interrumpió el joven, impaciente-. ¿Y su hija, o su hermana, o su esposa, o lo que sea?
-No tiene ninguna mujer consigo.
-¡No tiene ninguna!... Pues, ¿quién duerme allí, en aquel aposento, donde toda la noche he visto arder una luz?
-¿Allí? Allí duerme mi señor don Alonso, que, como se halla enfermo, mantiene encendida su lámpara hasta que amanece.
Un rayo cayendo de improviso a sus pies no le hubiera causado más asombro que el que le causaron estas palabras.
-Yo la he de encontrar, la he de encontrar; y si la encuentro, estoy casi seguro de que he de conocerla... ¿En qué? Eso es lo que no podré decir...; pero he de conocerla. El eco de sus pisadas o una sola palabra suya que vuelva a oír, un extremo de su traje, un solo extremo que vuelva a ver, me bastarán para conseguirlo.
Noche y día estoy mirando flotar delante de mis ojos aquellos pliegues de una tela diáfana y blanquísima; noche y día me están sonando aquí dentro, dentro de la cabeza, el crujido de su traje, el confuso rumor de sus ininteligibles palabras. ¿Qué dijo?... ¿Qué dijo?... ¡Ah!, si yo pudiera saber lo que dijo, acaso...; pero aun sin saberlo, la encontraré...; la encontraré; me lo da el corazón, y mi corazón no me engaña nunca. Verdad es que ya he recorrido inútilmente todas las calles de Soria; que he pasado noches y noches al sereno, hecho poste de una esquina; que he gastado más de veinte doblas de oro en hacer charlar a dueñas y escuderos; que he dado agua bendita en San Nicolás a una vieja, arrebujada con tal arte en su manto de anascote, que se me figuró una deidad; y al salir de la Colegiata, una noche de maitines, he seguido como un tonto la litera del arcediano, creyendo que el extremo de sus holapandas era el del traje de mi desconocida; pero no importa...; yo la he de encontrar, y la gloria de poseerla excederá seguramente al trabajo de buscarla.
¿Cómo serán sus ojos?... Deben de ser azules, azules y húmedos como el cielo de la noche; me gustan tanto los ojos de ese color...; tan expresivos, tan melancólicos, tan... Sí..., no hay duda: azules deben de ser, azules seguramente, y sus cabellos, negros, muy negros y largos para que floten... Me parece que los vi flotar aquella noche, al par que su traje, y eran negros...; no me engaño, no, eran negros.
¡Y qué bien hacen unos ojos azules muy rasgados y adormidos, y una cabellera suelta, flotante y oscura, a una mujer alta...; porque... ella es alta, alta y esbelta como esos ángeles de las portadas de nuestras basílicas, cuyos ovalados rostros envuelven en un misterioso crepúsculo las sombras de sus doseles de granito!
¡Su voz!... Su voz la he oído...; su voz es suave como el rumor del viento en las hojas de los álamos, y su andar acompasado y majestuoso como las cadencias de una música. Y esa mujer, que es hermosa como el más hermoso de mis sueños de adolescente, que piensa como yo pienso, que gusta de lo que yo gusto, que odia lo que yo odio, que es un espíritu hermano de mi espíritu, que es el complemento de mi ser, ¿no se ha de sentir conmovida al encontrarme? ¿No me ha de amar como yo la amaré, como la amo ya, con todas las fuerzas de mi vida, con todas las facultades de mi alma?
Vamos, vamos al sitio donde la vi la primera y única vez que la he visto... ¿Quién sabe si, caprichosa como yo, amiga de la soledad y el misterio, como todas las almas soñadoras, se complace en vagar por entre las ruinas en el silencio de la noche?
Dos meses habían transcurrido desde que el escudero de don Antonio de Valdecuellos desengañó al iluso Manrique; dos meses durante los cuales en cada hora había formado un castillo en el aire, que la realidad desvanecía con un soplo; dos meses durante los cuales había buscado en vano a aquella mujer desconocida, cuyo absurdo amor iba creciendo en su alma, merced a sus aún más absurdas imaginaciones, cuando, después de atravesar, absorto en estas ideas, el puente que conduce a los Templarios, el enamorado joven se perdió entre las intrincadas sendas de sus jardines.
La noche estaba serena y hermosa; la luna brillaba en toda su plenitud en lo más alto del cielo, y el viento suspiraba con un rumor dulcísimo entre las hojas de los árboles.
Manrique llegó al claustro, tendió la vista por su recinto y miró a través de las macizas columnas de sus arcadas... Estaba desierto.
Salió de él, encaminó sus pasos hacia la oscura alameda que conduce al Duero, y aún no había penetrado en ella, cuando de sus labios se escapó un grito de júbilo.
Había visto flotar un instante y desaparecer el extremo del traje blanco, del traje blanco de la mujer de sus sueños, de la mujer que ya amaba como un loco.
Corre, corre en su busca; llega al sitio en que la ha visto desaparecer; pero al llegar se detiene, fija los espantados ojos en el suelo, permanece un rato inmóvil; un ligero temblor nervioso agita sus miembros, un temblor que va creciendo, que va creciendo, y ofrece los síntomas de una verdadera convulsión, y prorrumpe, al fin, en una carcajada, en una carcajada sonora, estridente, horrible.
Aquella cosa blanca, ligera, flotante, había vuelto a brillar ante sus ojos; pero había brillado a sus pies un instante, no más que un instante.
Era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba a intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando el viento movía las ramas.
...
Habían pasado algunos años. Manrique, sentado en un sitial, junto a la alta chimenea gótica de su castillo, inmóvil casi, y con una mirada vaga e inquieta como la de un idiota, apenas prestaba atención ni a las caricias de su madre ni a los consuelos de sus servidores.
-Tú eres joven, tú eres hermoso -le decía aquélla-. ¿Por qué te consumes en la soledad? ¿Por qué no buscas una mujer a quien ames, y amándote pueda hacerte feliz?
-¡El amor!... El amor es un rayo de luna -murmuraba el joven.
-¿Por qué no despertáis de ese letargo? -le decía uno de sus escuderos-. Os vestís de hierro de pies a cabeza; mandáis desplegar al aire vuestro pendón de rico hombre, y marchamos a la guerra. En la guerra se encuentra la gloria.
-¡La gloria!... La gloria es un rayo de luna.
-¿Queréis que os diga una cantiga, la última que ha compuesto Mosén Arnaldo, el trovador provenzal?
-¡No! ¡No! -exclamó el joven, incorporándose colérico en su sitial-. No quiero nada...; es decir, sí quiero: quiero que me dejéis solo... Cantigas..., mujeres..., glorias..., felicidad..., mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna.
Manrique estaba loco; por lo menos, todo el mundo lo creía así. A mí, por el contrario, se me figura que lo que había hecho era recuperar el juicio.
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Qu es una pareja?
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Posted:Nov 3, 2007 9:10 pm
Last Updated:Dec 10, 2009 3:47 pm 85064 Views
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Apreciados amigos de la comunidad de amigos.com he estado bien ocupada por eso no habia escrito más pero hoy quiero compartir con ustedes este interesante tema que a todo nos va a ser de utilidad, si no en los momento seguramente que a futuro y es ¿Que es un pareja?.. Un abrazo de oso y un diluvio de besos. reina44r
¿QUÉ ES UNA PAREJA?
Una pareja es la conformada por dos personas que han tenido, tienen y tendrán un continuo en sus expresiones de sexo, amistad, pasión e intimidad. Si lo anterior es cierto, se puede decir entonces que existen : · Matrimonios que pareja. · Matrimonios que no pareja. · Parejas que matrimonios y no pareja. · Uniones que no matrimonios y sí pareja. El término pareja tiene una connotación sexual. Cuando aparece la palabra amor puede darse falsos conceptos y criterios que permiten el manipuleo de esta palabra en la dinámica del interior de la pareja. Sabemos que existe el amor amistad, fraterno, filial, parental, etc, a los cuales no me estoy refiriendo. Cuando hablo del amor, me refiero al amor amor, es decir, al amor sexual, al amor pasión, al amor intimidad, al amor que lleva al acople y compenetración corporal y mental de las dos personas. Pero, así como puede existir pasión intimidad y sexo sin amor, el amor amor no puede existir sin los ingredientes de sexo, pasión e intimidad. Más allá de la convivencia; una pareja es la sumatoria de expresiones cotidianas. RELACIÓN DE PAREJA Una de las primeras fuentes de conflicto en la pareja ya establecida, es el desconocimiento que se tiene acerca de la persona de quien se ha enamorado, y con quien ahora se ha constituido una pareja. FACTORES IMPORTANTES EN LA RELACIÓN DE PAREJA 1. La Atracción: Estos niveles de atracción indispensables para alcanzar un buen funcionamiento de pareja: · Atracción Física: Consiste en mantener un cuidado razonable de nuestro cuerpo y aspecto personal.
· Atracción Intelectual: Consiste en que los miembros de una pareja ”tengan de que hablar”. Se trata de que los dos tengan actividades en conjunto, únicamente de interés y participación de los dos.
· Atracción Afectiva: Consiste en un vinculo afectivo, donde existe cariño, ternura, que la otra persona nos importe y deseemos su bienestar. 2. La Comunicación: Es uno de los factores de mayor importancia y trascendencia en la relación de pareja, donde existe un emisor, un receptor y una respuesta. Desgraciadamente en los problemas de comunicación no sólo se dan en el ámbito verbal, existen otros medios de comunicación que en ocasiones significan mucho más que el verbal. 3. La Empatía: Hace referencia a la capacidad para interiorizar al máximo posible todos los sentimientos y deseos de nuestra pareja, una involucración y conocimiento activo, es decir, que ambos traten de entender las motivaciones y necesidades del otro al máximo posible. Con la empatía, trataremos de colocarnos en el lugar del otro, “en sus zapatos”, así, si sentimos en algún momento que nos han lastimado o que no nos entienden, antes de responder, exasperarnos o atacar, tratar de razonar. 4. El Respeto: Es la plena convicción de que nuestra pareja es un individuo por si mismo, no es apéndice, ni dependiente nuestro y, que tampoco es nuestro amo y señor, ni nuestro hermano gemelo. 5. La Actualización: Hace referencia a la necesidad permanente de “trabajar” la relación de pareja, abrir espacios semanal o quincenalmente en los cuales ambos platiquen y se informen sobre tres elementos básicos : cómo me siento yo conmigo mismo(a), cómo me siento yo contigo y cómo siento a nuestra pareja. Es necesaria la actualización del estado de las cosas y de cada uno en la pareja. 6. Los Tres Mundos: Este concepto es muy importante para la buena marcha de cualquier pareja ya que deben de ser detectables y observables tres mundos : el tuyo, el mío y el nuestro. Ello se refiere básicamente al hecho indispensable de que exista cierto grado de individualidad. No importa cuánto o qué tan intenso sea el vinculo afectivo; cada uno tiene intereses, actividades, relaciones propias en las que no necesariamente debe participar el otro, éstas deben ser reconocidas y aceptadas por cada uno. En la pareja estos mundos el tuyo y el mío, se sobreponen dando lugar a la creación del tercer mundo : el nuestro. Lo ideal es la existencia de los tres mundos con un equilibrio razonable, de tal modo que ninguno de ellos predomine. Es necesario analizar el mundo de ambos, puesto que allí también es importante la existencia de proporciones adecuadas. Se considera grosso modo que existen tres áreas dentro del mundo de la pareja : · Área sociooperativa: Se refiere a todas las actividades que realiza la pareja para mantener la vida de la misma, en donde se incluirían actividades de arreglo o decorado de la casa, compra de víveres y alimentos, así como sociales y recreativas, con relaciones o amigos de la pareja. · Área familiar: Se refiere a la vida y actividad de la pareja con los hijos, sí los tiene, con los padres, hermanos y demás familiares de cada uno. · Área nuestra: Exclusiva, se refiere a la necesidad que existe en toda pareja de que cada cual tenga su propio mundo, intereses, actividades en las que sólo participen ellos. “LUCHA DE PODER EN LA PAREJA” Esta situación consiste básicamente en que de una manera abierta o encubierta uno de los dos busca controlar o dominar al otro, el mecanismo predominante en este caso es la manipulación. Cuando alguien manipula es porque no es capaz de expresar abiertamente sus necesidades, pues siente que sus deseos irracionales o inadecuados, o bien porque su propia inseguridad le hace temer ser censurado o rechazado en su solicitud.
CAUSAS MÁS COMUNES POR LAS QUE SE DAN RESENTIMIENTOS EN LA PAREJA . Adoptar una actitud chantajista y manipuladora en la relación sexual para premiar o castigar a la pareja. · El sentirse frustrado, incomprendido y lastimado durante un lapso de tiempo prolongado, el componente de la pareja en cuestión pierde toda motivación o deseo para realizar cualquier acción que indique cercanía, obviamente incluyendo el aspecto sexual. · En personas cuya pareja es eyaculador precoz, al grado que no le permite un pleno desempeño y satisfacción sexual. · La ceguera prepotente de muchas personas que creen saberlo todo en materia de sexualidad, que niegan la posibilidad de disfrute sexual y que sólo consideran al otro como objetos para su propio uso y placer. · Los papeles o roles sexuales que por desgracia, tanto mujeres como varones aprenden y ejercen sin cuestionarlos siquiera. Nota: Se puede generalizar que cualquier situación en la que uno de los miembros de la pareja se vea limitado, sometido, no escuchado, incomprendido, manipulado o lastimado por un lapso considerable, genera un serio resentimiento. Para los que no conocemos ciertos términos; Parental se refiere a Paternal (relación paternal) Preparado por el grupo de Semillas de Vida
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AMAS O ESTS ENAMORADO?
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Posted:Sep 27, 2007 8:46 am
Last Updated:May 21, 2024 7:58 am 7354 Views
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Apreciados amigos de amigos.com he estado un poco ausente, pero siempre recordandoles..y por ello comparto con ustedes este hermoso artículo. Un abrazo.. reina.. Hay una diferencia entre enamoramiento y amor: Nos enamoramos cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer frente a el o ella las barreras que nos separan de los demás. Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin, hicimos una conexión con alguien.
Este sentimiento nos produce gran placer, hasta la química de nuestro cuerpo cambia, dentro de él se producen unas sustancias llamadas endorfinas. Nos sentimos felices y andamos todo el día de buen humor y atontados. Cuando estamos enamorados nos parece que nuestra pareja es perfecta y la persona más maravillosa del mundo. Esa es la diferencia entre enamoramiento y el amor.
Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados. Así es. El amor requiere conocer a la otra persona, requiere tiempo, requiere reconocer los defectos del ser amado, requiere ver lo bueno y lo malo de la relación. No quiere decir que enamorarse no es bueno, al contrario es maravilloso. Sin embargo es sólo el principio.
Muchas personas adictas a estar enamoradas. Terminan sus relaciones cuando la magia de haber conocido alguien nuevo desaparece; cuando empiezan a ver defectos en la otra persona y a darse cuenta que no es tan perfecta como pensaban.
El verdadero amor no es ciego. Cuando amas a alguien puedes ver sus defectos y los aceptas, puedes ver sus fallas y quieres ayudarle a superarlas. Al mismo tiempo esa persona ve tus propios defectos y los entiende. El amor verdadero está basado en la realidad, no en un sueño de que encontraste a tu príncipe azul o a tu princesa encantada. Encontraste a una persona maravillosa, de acuerdo, pero no es perfecta, ni tú tampoco. Encontraste a tu alma gemela, pero también los gemelos discuten y también tienen diferencias.
Amar es poner en una balanza lo bueno y lo malo de esa persona y después amarla. El amor es una decisión conciente. Muchas veces oímos de personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pueden evitarlo. ¿Se supone que es una cuestión de suerte? ¿Se supone que amamos por arte de magia? ¿Se supone que alguien más tiene poder sobre nosotros?. De ninguna manera. Puedes sentir una gran admiración por alguien, puedes desear tener una relación con alguien, puedes estar muy agradecido por lo que alguien ha hecho por ti, pero... no la amas. El amor nace de la convivencia, de compartir, de dar y recibir, de intereses mutuos, de sueños compartidos. Tú no puedes amar a alguien que no te ama, o que no se interesa en ti. El amor verdadero es reciproco. Recibes tanto como das.
Si en este momento, tú mismo tienes un "amor imposible" debes estar pensando: ¿Cómo es posible que me diga esto? ¿Qué no es amor lo que siento? Te entiendo, yo también tuve alguna vez amores imposibles y también sentí la frustración de que esa persona no me hiciera caso o me abandonara. Pero te repito. No puedes amar a alguien que no te ama.
Haz este experimento: Llena el espacio en blanco con el nombre de tu "amor imposible"
Amo intensamente a________________ aunque no muestre el más mínimo interés en mí. Nunca voy a estar con_______________ pero lo amaré por siempre. Voy a amar a ____________ sin importar que me trate mal o no me haga caso. Si no tengo el amor de ____________ no amaré a nadie más. ¿Cómo te sientes? ¿Alguna de estas frases te suena familiar?. Las frases anteriores no hablan de amor verdadero, hablan de lo siguiente:
Baja autoestima: tú no mereces ser ignorado por nadie, mucho menos ser tratado mal. Temor de hacerte responsable de tus sentimientos: si te aferras a alguien que sabes no podrás conseguir, te evitas el trabajo de buscar a alguien que te haga caso. No hacerte responsable de ti mismo: Si le das a alguien más poder sobre ti, evitas tomar tus propias decisiones. Miedo: ¿qué tal si en lugar de estar sufriendo por esta persona en particular, te olvidas de ella y te pones a buscar a alguien con el que sí puedas tener una relación? Lo has intentado verdad?, pero no puedes. Ahora llena las siguientes frases con el mismo nombre:
Pienso que__________ es maravilloso(a), pero como sé que hay pocas probabilidades de que exista algo entre nosotros, buscaré a alguien que esté disponible para mí. Veo que____________ no puede ver lo mucho que valgo, buscaré a alguien que pueda valorarme. Yo soy un ser humano digno de amor y respeto, si__________ no me lo da, alguien más lo hará. Me amo, así que nunca más permitiré que__________ me menosprecie. Las frases anteriores sí hablan de amor verdadero. Amor por ti mismo, que como ya dije es la base del amor.
En Resumen: El enamorarse no es lo mismo que amar. Tú decides a quien amar. No puedes amar a quien no te ama. El amor está basado en la realidad. El amor no es ciego. Sí, el amor está basado en la realidad, pero también tus sueños los puedes alcanzar. Por eso analiza y busca la forma de encontrar el amor en la persona de tus sueños. "Empezamos a amar; no cuando encontramos a una persona perfecta, sino cuando aprendemos a ver perfectamente a una persona imperfecta". Tomado del libro: EL ARTE DE AMAR de: Erich Fromm
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Historia de la Oruga
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Posted:Jun 9, 2007 6:14 pm
Last Updated:Nov 6, 2007 4:54 pm 9148 Views
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Apreciados Amigos: He estado muy ocupada pero siempre los tengo presente.. queria compartir con ustedes esta bella historia, espero les guste tanto como a mi .. besos.. reina44r Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes, que le preguntó: ¿Hacia dónde te diriges?. Sin dejar de caminar, la oruga contestó: "Tuve un sueño anoche: soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo. Sorprendido el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba; "¡debes estar loco!, ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar, tú... una simple oruga? .... Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable. Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó, su diminuto cuerpo no dejó de moverse. De pronto, se oyó la voz de un escarabajo: ¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño? Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: Tuve un sueño y deseo realizarlo: subir a esa montaña y desde ahí contemplar todo nuestro mundo. El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: "Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso, y se quedó en el suelo tumbado de la risa, mientras la oruga continuó su camino. Del mismo modo: la araña, el topo, la rana y la flor, le aconsejaron a nuestro amigo a desistir. "¡No lo lograrás jamás!" le dijeron; pero en su interior, había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo, un lugar donde pernoctar: "Estaré mejor", fue lo último que dijo y murió.
Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del pueblo, había construido como su tumba, un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable. Una mañana, en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto, quedaron atónitos, aquella concha dura comenzó a quebrarse, y con asombro, vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris, de aquel impresionante ser, que tenían frente a el que realizaría su sueño: el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir, todos se habían equivocado... Dios nos ha creado para realizar un sueño; vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas, y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremos. "El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino". Desconozco el autor.
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