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EMPIRE STATE BUILDING.................................................... El interior del avión está en penumbra, la mayor parte del pasaje duerme, otros ven la tele, se oye el continuo ronroneo de los motores; el sueño me ha negado sus favores, me coloco los auriculares que me ofreció la azafata, en el canal 4 suenan Las Cuatro Estaciones, de Vivaldi, entorno los ojos y los recuerdos se filtran suavemente en mi mente, la batería del coche de Meche está descargada, su socio Ciro acude a la llamada y engancha los cables desde su batería, el Nissan arranca, permanece en marcha durante un buen tiempo, luego subimos a él y vamos a dar una vuelta con la finalidad de que la batería se recargue bien. Compramos vino en la licorería, y una pizza; llegamos a casa y poco a poco la pizza va desapareciendo así como un buen vinillo chileno. Al dia siguiente comprobamos que la batería está finiquitada y Meche encarga a Margarita que le compre una nueva. Hemos quedado con ellos en ir mañana a Port Jefferson, los días van pasando y hay que conocer algo más de estos lugares. Ciro ha colocado la batería, ha habido que llamarle porque esta Mechuda -como la llama Marteja- no tiene herramientas, ha jodido un hermoso abrelatas por utilizarlo como martillo, jeje. Meche maneja hasta casa de los amigos, subimos en el deportivo de Chris y enfilamos diferentes carreteras camino de Port Jefferson; pasamos por delante de la universidad donde Margarita y Chris se conocieron, lo cual recuerdan con una abierta sonrisa; atravesamos arbolados parajes entre los que se distinguen las típicas casas rodeadas de jardín y, al cabo, llegamos a Port Jefferson. El ambiente marinero aquí dista mucho del de los puertecitos que jalonan las costas de España, esto es más bien una zona residencial, no se observa actividad portuaria salvo el transbordador que en ese momento vacía sus bodegas de automóviles. A la entrada del pueblo un grupo de personas se manifiesta, con carteles y pancartas, en contra de la guerra de Irak; nos acercamos a ellos mostrándoles nuestra solidaridad; uno de ellos me dice “esto también es América”. Reconforta oir estas palabras en boca de estos ciudadanos anónimos, nos hacemos unas fotos con ellos y proseguimos nuestro paseo por el pueblo. Junto al puerto, un pequeño parque en construcción; llaman la atención unas pequeñas placas colocadas en ciertos lugares como rocas, bancos públicos, farolas, con el nombre de algunas personas ; Margarita me explica que son de quienes han hecho una aportación monetaria para la construcción del parque. Nuestros estómagos reclaman atención, el restaurante es una gran superficie acristalada, como un invernadero, con un ambiente y temperatura muy agradables. Posteriormente nos acercamos a tomar café a un lugar conocido de Chris y Margarita. En la vida había tomado uno igual: era una gran jarra de cerámica como las de cerveza, llena de café a la que había que añadir la leche. La tarde pasaba, había que regresar, el día siguiente era lunes y Chris se levanta a las 5 de la mañana para ir a trabajar a Nueva York. Al despedirnos quedamos en ir a cenar a su casa el miércoles antes de emprender mi marcha. Me comprometí a llevar una tortilla española. Me falta subir a lo alto del Empire State Building. El avión se agita; por la megafonía se comunica que entramos en zona de turbulencias y que debemos de abrocharnos los cinturones de seguridad. El lunes amaneció nublado y lluvioso, el martes lo mismo así que dejé mi visita al Empire para el miércoles hiciese el tiempo que hiciese, los días se agotaban. El martes a la noche piqué y freí la cebolla, no había patatas, se comprarían al día siguiente. Ayer miércoles amaneció un día luminoso, espléndido. Meche me acercó a la estación de Islip, no me acompañaría pues tenía mucho trabajo pendiente. Llegué a Nueva York a las 12,20h. a la ya conocida estación de Penn. Al salir a la superficie, el ambiente neoyorquino me envolvió: mucho tráfico, alguna limusina, grandes camiones, claxon de los vehículos e indisciplina de la ciudadanía que atraviesa las calles por cualquier sitio y con los semáforos en rojo, muchas banderas de la nación por todos los lados, compendio de arquitectura megalómana, taxix amarillos y puestos callejeros de hot dog en las esquinas. Fascinante ciudad. Me dirijo a la cercana Calle 33. Desde el cruce con la Sexta Avenida se distingue la magnífica silueta de este emblemático rascacielos y no me resisto el fotografiarlo repetidamente según me voy acercando a él. La marquesina del edificio, como tantas en la ciudad, está apuntalada ante el riesgo de desplome sobre los viandantes. Penetro y me dirijo al majestuoso vestíbulo que da acceso a las taquillas. Larga cola de visitantes que pacientemente avanza. Mayores de 60 años, 17 dólares. Otra cola para acceder a los ascensores, en mitad de la cual pasas por delante del servicio de fotografía, te entregan un vale y podrás recogerla a la salida. Ya se ven las puertas de los ascensores, alineadas unas a continuación de otras. La cola avanza a medida que cada uno de los ascensores descarga a los que bajan y admite a los que suben. Llegado mi turno, paso al interior de uno de ellos junto con otras 15 personas, las puertas se cierran y se inicia la ascensión; el contador indica los diez primeros pisos uno a uno, después lo hace de 10 en 10. 10-20-30-40-50-60-70-80-86. Hemos llegado, hay un amplio hall ante los ascensores, con varios accesos a la terraza que rodea el edificio. Salgo al exterior por la más cercana. El espectáculo es fascinante, decenas y decenas de rascacielos parecen hacer la competencia al coloso, elevándose en paralelo sobre el suelo de la ciudad, la vida discurre allá abajo, los coches y autobuses parecen miniaturas y las personas como pequeños puntitos móviles. A lo lejos la zona de Wal Street con sus rascacielos, el East River y el Hudson abrazan a la ciudad, surcados por embarcaciones que dejan estelas sobre sus aguas, al otro lado el edificio de la ONU, allá el Central Park, la gran mancha verde rectangular en el centro de la ciudad, lejana la estatua de la Libertad alza su brazo enarbolando la antorcha. Desde esta altura se divisa el lejano horizonte que parece fundirse con una ligera neblina azulada. Aquí arriba hace viento que obliga a sujetarse la boina. El edificio se mueve muy ligeramente por la resistencia que ofrece a ese mismo viento, es una sensación extraña. Vuelvo a recorrer lentamente las cuatro caras del coloso, recreándome en la contemplación de cuanto me rodea, el cielo està azul, el sol brilla y el día es maravilloso. Elevo la mirada y fotografìo la parte superior donde se encuentran antenas y parabólicas. Miro mi reloj, son las 14,30h. he de ir pensando en bajar pues debo de realizar alguna compra antes de regresar a Islip. Opto por bajar por la escalera unos pisos. Es angosta y en los descansillos se observan las grandes tuberías de agua para caso de incendio. Bajo 6 plantas, más no se permite. Aquí se encuentra la tienda de suvenirs con objetos y precios sensiblemente superiores a los de la calle. Otra vez colas para los ascensores. En 15 minutos llega el turno para bajar. El descenso se produce a gran velocidad y en poco más de un minuto nos encontramos en el nivel más bajo, unas escaleras mecánicas y desembocamos en el vestíbulo de entrada. Salgo al exterior, cruzo la Calle 34, realizo unas compras, no me da tiempo a comer, me tomo 2 perritos en el carrito de la esquina y me dirijo a la estación de Penn. Van a ser las 17,00h. Tren a Ronconcoma en vía 18, me subo. A las 18,20h llego a Islip Central. Meche me está esperando, lleva la cebolla frita para la tortilla. Llegamos a casa de Chris y Margarita. Chris está preparando una tarta que nos da a probar, está buenísima. Pelamos las patatas, Meche colabora. Troceadas y fritas, revueltas con la cebolla y los huevos, van a la sartén. Se queda pegada a la sartén por lo cual sale un revuelto muy bueno, pero sin forma de tortilla, claro. Malcom, el pequeño aparece con los deberes, Chris lo repasa, está bien. El cena y se va a dormir. Margarita ha preparado un plato de Puerto Rico, su país natal, muy rico y sustancioso formado por arroz, pernil (carne de cerdo) y vegetales. También camarones. Un vino rosado ligeramente espumoso y después un buen tinto de California. Hacemos los honores a la tarta elaborada por Chris. Su preciosa y jovencísima llega acompañada por una amiga. Cenan, les gusta todo. Me ha adoptado y paso a ser su tío; es mi última sobrina, jeje. A través de la ventanilla del avión una tenue línea rojiza marca la separación del día y la noche. Está amaneciendo. Llegó el día de la partida, me he levantado a las 8, Meche está trajinando. Después del aseo preparo el desayuno: café con leche y tostadas con queso de untar. Desayunamos ambos. Llegan Ciro y su mujer, socios de Meche. Le prometí a Meche que le haría unas tortillas así es que me puse manos a la obra entre risas y conversaciones. Una de ellas fue liquidada allí mismo, entre los cuatro, la otra quedó para la anfitriona, que se la habrá tomado solita. El avión ha entrado en la península por Portugal, a la altura de Oporto; la luz de la mañana lo inunda todo, el pasaje se despereza. Nos hacemos unas fotos en el exterior de la casa y nos despedimos de Ciro y su señora. Meche sale a realizar unas compras, yo hago la maleta. Meche regresa y hace su maleta con las ropas de invierno que yo trasladaré a Madrid. Son las 2 de la tarde, Margarita llega, cargamos el equipaje. Nos trasladará al aeropuerto Kennedy. Mi hora de salida son las 6 de la tarde. Hay tráfico en la autopista pero es fluído. A las 15h. estoy facturando el equipaje, exceso de peso, 50 dólares. Nos dirigimos a la zona de control, ha llegado el doloroso momento de las despedidas. Abrazo a ambas amigas y alguna lagrimilla se escapa incontrolada. Paso el equipaje de mano por los rayos X, me tengo que descalzar, como todo el mundo, el arco detector indica que no llevo metales, recojo todo, me calzo y subo unas escaleras. Desde allí veo a Meche y Margarita que me despiden haciendo gestos con los brazos, les correspondo y desaparezco en busca de la puerta de embarque número 6. Son las 16,30h. me queda una hora y media de espera. Estamos ya cerca de Madrid, por las pantallas informan de que las temperaturas previstas son de 24ºC de máxima y 13ºC de mínima. La cámara de cola se enciende. A la hora prevista se abre la puerta de embarque, entrego mi pasaje y camino por la pasarela hacia la entrada al avión. Vuelo de Iberia 6250. A la puerta, el sobrecargo y una azafata nos dan la bienvenida; busco el asiento 44D. Se cierran las puertas, estamos en hora, el avión se dirige a la pista de despegue. Una cámara de TV colocada en lo alto de la cola nos permite contemplar los momentos de despegue. El avión avanza lentamente precediendo a otros muchos. La salida de aparatos es continua. Llegado el momento el avión se coloca en la cabecera de pista, los motores a la máxima potencia, vemos en las pantallas cómo va aumentando la velocidad y en un momento determinado se eleva majestuosamente. Estamos camino de un hermoso país llamado España. Ahora el avión inicia el aterrizaje, la cámara de TV se pone en funcionamiento, se distinguen bien las autopistas y los coches circulando, las casitas que parecían de juguete van tomando su dimensión verdadera, contemplamos cómo las ruedas se desplegan, el suelo se acerca, las ruedas toman contacto con relativa suavidad, los motores rugen, chirrìan los frenos y, poco a poco, el avión va perdiendo velocidad hasta llegar al lugar de desembarco. Las puertas se abren, se inicia un largo recorrido hacia el control policial y posteriormente a la recogida de equipaje. Mis maletas salen de las últimas, las subo a un carrillo y al salir, un policía al verme con tanto equipaje me pregunta de donde vengo, al decirle que de Nueva York me saluda dándome la bienvenida. Salgo a las impresionantes salas de este modernísimo edificio. Allí está mi Ara esperándome. Estoy en mi casa. Y así, amigo diario concluye este maravilloso mes de abril en la lejana y soñada Nueva York. Otro sueño cumplido que además me ha permitido conocer a personas extraordinarias con las cuales se ha fraguado una estrecha y entrañable amistad. Salud y paz  |
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23/5/2008 3:26 pm |
 Hermoso viaje, sin duda alguna; me tienes con la baba caída del relato tan bello de convivencia con tus amigas!!!Salud y paz Salud y paz
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17/5/2008 3:04 am |
Tiene usted razón, señorita: hoy salgo para Madrid, volveré el lunes y contaré algo, no sé qué, pero algo habrá. Me voy pal pueblo, hala. Salud y paz Salud y paz
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11/5/2008 2:51 pm |
La amistad es un regalo de Dios
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10/5/2008 1:38 am |
Esos americanos que hablan un idioma universal como el mío los considero mis hermanos, con gran parte de una historia y cultura comunes como es tu caso, querida amiga. Salud y paz Salud y paz
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10/5/2008 1:08 am |
Oye, Martejita, ¿Por qué no te pones tú otro? Seguro que estarás muy guapa. Salud y paz Salud y paz
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10/5/2008 1:05 am |
May: Lo mío es pura afición, no me dedico a escribir pero me gusta hacerlo. Bienvenida a esta cabaña. Salud y paz Salud y paz
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9/5/2008 12:54 pm |
Hola amiga, ya me parece estar oliendo el sabroso asado de esa magnífica carne argentina que parece estar diciendo ¡Cómeme! Salud y paz Salud y paz
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9/5/2008 12:48 pm |
HOLA DARIO...AL IGUAL QUE CAXTO,,ME LLEVASTES CONTIGO A ESE MARAVILLOSO VIAJE...  qout;qout;ME ALEGRO QUE SEA UN SUEÑO CUMPLIDO... AHHHHH..GRACIAS POR TU COMENTARIO EN MI REVISTA...TIENES MUUUUUUUUUUUUUCA RAZON..."SI NO HAY MATRIMONIO..NO HAY DIVORCIO"  ....CUIDATE AMIGO..... CHICA DE NUEVA GENERACION.....  Me alegro de que te haya gustado el viaje, es una ciudad que merece la pena, de verdad, anímate. ¡Ojo! también Madrid lo merece. SAlud y paz Salud y paz
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9/5/2008 12:43 pm |
Hola Darío (supongo que es tu nombre), soy nueva por esto espacios y lo primero que hago es tratar de relacionarme con personas de mi generación. Pero es un poco difícil porque algunos dicen tener más de noventa años y presentan fotos de quince. Espero que en tu caso la foto y la edad tengan correspondencia. Seguiré visitando tu blog. Leí que fuistes de vacaciones a New York. No he viajado nunca a esa ciudad pero la conozco por los múltiples programas de TV y cine relacionados con ella.  Puedes venir cuantas veces desees, siempre serás bienvenida. Salud y paz Salud y paz
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9/5/2008 12:37 pm |
Hola, amigo Caxto: No, esto que has leído es como un aperitivillo; has de ir y conocerlo en directo, es otra cosa; además el viaje te resultará casi gratis por los precios de risa en ropa y electrónica. Sí, merece la pena conocer esta ciudad. A Meche la conocerás prontito, a ella sí que merece la pena conocerla Salud y paz. Salud y paz
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9/5/2008 12:23 pm |
Vos sos una buena observadora amiga Lina, también controlo el argentino, como podés obsevar. Esto... pronto tendremos por acá a la Mechuda y será bonito cuando nos conozcamos, ampliando el círculo. Salud y paz Salud y paz
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9/5/2008 11:51 am |
Muy hermoso leerte Saberte bien y feliz La amistad ha trascendido, hermoso encuentro y vivencia Y algo maravilloso dices, he logrado otro sueño Lo de la amabilidad y gentileza, no me asombra nada La amistad real es asi, se pone el amor como condimento a cada cosa, tortilla o vinillo...que deberíar se vino chileno, en todo gesto, va ese coindimento. de ahí la belleza y el encanto Felicitaciones a ambos amigos Besos canela para ti La amistad cibernética ya existía. Ahora ya es real, auténtica, durante cerca de un mes hemos convivido bajo el mismo techo, compartiendo mesa y mantel así como sus amistades, que ya también lo son mías ¿Qué más se puede pedir? Por cierto, el vino chileno, muy bueno, también lo tomamos. Salud y paz Salud y paz
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9/5/2008 11:37 am |
¡Uuuy, qué mentirosa! Dice que me enseñó a freir pescado y llevo ya tres cursillos y leído tratados del arte de freir pescados. Cierto es que soy un poco inútil en el manejo del abrelatas pero hay que tener en cuenta que tú lo habías jodido al usarlo como martillo, que todo hay que decirlo. Lo demás son verdades a medias; pero lo de ventilar los pulmones y el alma con grandes y prolongadas carcajadas hasta la extenuación, totalmente cierto. Salud y paz Salud y paz
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9/5/2008 11:25 am |
Hola, amiga Marteja: Primero nos conocimos tú y yo en aquél viaje a Las Palmas ¿recuerdas? Después la desaparecida Gloria y ahora Meche. Espero que para fin de año nos podamos reunir los cuatro en Madrid y también en mi cabaña pueblerina. Tendremos bellos relatos, relatos nacidos de estas grandes amistades. Salud y paz Salud y paz
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HOLA DARIO...AL IGUAL QUE CAXTO,,ME LLEVASTES CONTIGO A ESE MARAVILLOSO VIAJE...qout;qout; ME ALEGRO QUE SEA UN SUEÑO CUMPLIDO... AHHHHH..GRACIAS POR TU COMENTARIO EN MI REVISTA...TIENES MUUUUUUUUUUUUUCA RAZON..."SI NO HAY MATRIMONIO..NO HAY DIVORCIO" ....CUIDATE AMIGO..... CHICA DE NUEVA GENERACION.....  ..""EL QUE NO VIVE PARA SERVIR...NO SIRVE PARA VIVIR""
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8/5/2008 2:52 pm |
Hola Darío (supongo que es tu nombre), soy nueva por esto espacios y lo primero que hago es tratar de relacionarme con personas de mi generación. Pero es un poco difícil porque algunos dicen tener más de noventa años y presentan fotos de quince. Espero que en tu caso la foto y la edad tengan correspondencia. Seguiré visitando tu blog. Leí que fuistes de vacaciones a New York. No he viajado nunca a esa ciudad pero la conozco por los múltiples programas de TV y cine relacionados con ella.
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