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POTYLDA 110F
2168 posts
10/24/2016 11:43 am

Last Read:
12/3/2016 5:52 pm

LEYENDO A LEONARDO PADURA, CUBA, POR C R SALAS



Acabo de finalizar la lectura del segundo título -- VIENTOS DE CUARESMA --, de la tetralogía de LEONARDO PADURA, CUBA, sobre las aventuras del detective MARIO CONDE, misma que se completa con los tres restantes: PASADO PERFECTO, PAISAJE OTOÑAL y MÁSCARAS.

Un destacado critico señaló, a propósito de sus libros, cito: “ Si alguien quiere conocer la auténtica ciudad de LA HABANA -- no la que aparece en los folletos turísticos, sino la real, la que viven cada día los habaneros--, tiene que leer imprescindiblemente a LEONARDO PADURA. De la mano de su detective, el policía MARIO CONDE, cubano por los cuatro costados, nos adentramos por las calles de LA HABANA y conocemos cómo viven o sueñan los cubanos.

Las novelas de PADURA un cuadro de la sociedad real cubana y en las mismas resalta el inmenso amor de su autor por CUBA, su gente, clima y forma de vida.

Las metáforas policíacas de PADURA buenas intrigas criminales, pero también un retrato apasionado de los espacios urbanos más característicos y menos turísticos de LA HABANA, descubiertos y descritos de la mano del detective MARIO CONDE.

En las novelas de PADURA encontramos el retrato apasionado de los espacios urbanos más característicos de LA HABANA, como ya se señaló, sin obviar la vida diaria del cubano: la comida, la música, la prensa, el partido de béisbol, la televisión, las telenovelas, las tradiciones, la música y, sobre todo, su particular relación con una ciudad que es, a su vez, un ser vivo que lucha por sobrevivir…(...) ”

A VIENTOS DE CUARESMA corresponde el fragmento que les copio a continuación y cuya lectura les permitirá valorar la excelencia literaria de su autor, cuya obra le ha hecho merecedor de numerosos premios, tanto nacionales como internacionales.

CECILIA



FRAGMENTO DE VIENTOS DE CUARESMA

“(…) Ayer descubrí un frontón inesperado. Mil veces debo haber pasado por este rincón hasta entonces anodino y sucio de Diez de Octubre, tan cerca de la esquina donde estuvo la valla de gallos en la que el abuelo Rufino se jugó ocho veces su fortuna a unas espuelas, para enriquecerse cuatro y empobrecerse otras tantas.

Pero sólo ayer una llamada de alarma, especialmente dirigida a mi cerebro, me obligó a levantar la vista y allí estaba, esperándome desde siempre: en el centro de un triángulo de un clasicismo simplón, un escudo de hidalgos criollos remataba una construcción sin trazas de hidalguía, roída por los años y la lluvia.

Sólo la fecha permanecía misteriosamente íntegra: 1919, sobre el alero desconchado y bajo el escudo vencido, en el vórtice de dos cornucopias que expulsaban al aire frutas tropicales – la inevitable piña, las guanábanas y anones, los mangos y el esquivo aguacate, ni fruta, ni vianda, ni verdura -- y, donde otros hubieran colocado castillos o campos de azures, un cañaveral prodigioso al que se le rendía tributo, pues a él se debía, necesariamente, toda aquella riqueza de mansión, fecha y escudo frutal…

Me gusta descubrir esos altos imprevisibles de La Habana – segundas y hasta terceras plantas, frontones de un barroquismo trasnochado y sin retorcimientos espirituales, nombres de propietarios olvidados, fechas de cemento y losetas de vidrio incompletas por las piedras, las pelotas y los años --, donde siempre pensé que había aire, hasta el cielo.

A esa altura, superior a la escala humana, está el alma más limpia de la ciudad, que abajo se contamina de historias sórdidas y abrumadoras.

Desde hace dos siglos La Habana es una ciudad viva, que impone sus propias leyes y escoge sus propios afeites, para marcar su singularidad vital. ¿Por qué me tocó esta ciudad, precisamente esta ciudad desproporcionada y orgullosa?

Intento entender este destino insoslayable, no escogido, tratando de comprender a la ciudad, pero La Habana se me escapa y siempre me sorprende con sus rincones perdidos de foto en blanco y negro, y mi comprensión queda roída como el viejo escudo de unos hidalgos de mango, piña y azúcar.

Al final de tantas entregas y rechazos, mi relación con la ciudad se ha marcado por los claroscuros que le van pintando mis ojos, y la muchacha bonita se convierte en una jinetera feroz, el hombre airado en un posible asesino, el joven petulante en un drogadicto incurable y el viejo de la esquina en un ladrón acogido al retiro.

Todo se ennegrece con el tiempo, como la ciudad por la que camino, entre soportales sucios, basureros petrificados, paredes descascaradas hasta el hueso, alcantarillas desbordadas como ríos nacidos en los mismísimos infiernos y balcones desvalidos, sostenidos por muletas.

Al final nos parecemos la ciudad que me escogió y yo, el escogido: nos morimos un poco, todos los días, de una muerte prematura y larga, hecha de pequeñas heridas, dolores que crecen, tumores que avanzan…

Y aunque me quiera rebelar, esta ciudad me tiene agarrado por el cuello y me domina, con sus últimos misterios. Por eso sé que es pasajera, mortal, la ruinosa belleza de un escudo de hidalgos, y la paz de una ciudad que por ahora veo con los ojos del amor y se atreve a descubrirme esas alegrías inesperadas de su fastuosa prosapia.

Me gustaría ver con tus ojos la ciudad, me dijo ella, cuando le hablé de mi último hallazgo y entonces pensé que sí, que sería hermoso y lúgubre – escuálido y conmovedor, tal vez --, mostrarle mi ciudad, pero ya sé que es imposible, pues ella nunca podrá calzar mis anteojos… está desbordada de felicidad, y la ciudad no se le va a revelar.

Decía Miller que París es como una puta, pero La Habana es más puta todavía: sólo se ofrece a los que le pagan con angustia y dolor, y ni aún así se da toda, ni aún así entrega la última intimidad de sus entrañas. (…)”




CECILIA


POTYLDA 110F
2033 posts
10/24/2016 11:44 am



A todo aquél que visita mi sitio le doy las gracias, pues aún sin conocernos, me honra con el privilegio de su lectura, de su atención y de su inapreciable tiempo.

Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos.

Saludos solidarios e istmeños de

CECILIA




CECILIA