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LOS INDIOS NUESTROS, POR FINA GARCÍA MARRUZ. VERSOS SELECCIONADOS POR CECILIA R SALAS. CECILIA ✍️✍️✍️✍️✍️ LOS INDIOS NUESTROS, POR FINA GARCÍA MARRUZ. VERSOS SELECCIONADOS POR CECILIA R SALAS. No nos dejaron imponentes templos en la piedra que aullaba con la imaginación de la serpiente y de la flor, del trueno o de las aguas. Ni sílabas misteriosas atl, tla, "yo sufro", "agua", para recordarnos el sufrimiento por el agua, el hundimiento atlántico, el diluvio contado por las viejas crónicas, cuya huella perdura en esos rostros inmemoriales, mudos, rayados en la obsidiana, de Noé, y a Tenochtitlán, rica en mercados y plazas. No nos dejaron ese idioma sibilante en el que las consonantes sílabas eran como pájaros en una atolondrada floresta, o como flechas rapidísimas, cerbatanas emplumadas volando hacia los enramados arcos de los que descendía, atravesado, el actor niño disfrazado de mariposa. Sólo algunos nombres en los que la o y la a abrían y cerraban crepúsculos y albas: a siempre materna, marina siempre, enes de canoa, o de oído, de concha o de caracol, cao, coa, aca, empezaban así muchas de esas palabras de su idioma tiernamente vocálico, porque las vocales las que cantan, las que dejan entrar en el nombre de la luz. Piedras humildes nos dejaron, no piedras soberbias. La hamaca, la pelota, el casabe, la dicha en el reposo, los juegos en la luz, la sabiduría del pan. Leves eran, y "suaves, y de mucha risa". Su epitafio, el de la flor: no dejé huellas. ¿Qué huella deja el día, la mañana primorosa, con las escenas de la pesca o del baño, qué huella la rápida mirada del amor? ¿Qué grandeza real, ya solemne o graciosa, ha dejado más huella que la que deja la noche, o el pájaro que vuela hacia su otro hogar? No dejaron materiales incontables para la erudición: sólo un borde de cazuela, un adorno, una cuenta. ¿Dónde los ligeros movimientos del gracioso cuello al seguir la pelota por el azul? Hierros potentes no pudieron apresarlos: demos gracias. Ellos fueron semejantes a ese pececillo que no pudo ser cogido en la red. Esto lo cuenta el padre De las Casas, que presenció este único areíto del que se tiene cuenta, y cómo con la música y los bailes, fingían los movimientos del pez en el momento de escapar, de escapar de lo extraño asediando, hacia el ondeante azul, su reino, el nuestro, el intocado eterno, dejando por toda crónica esa entrañable historia. CECILIA |
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CECILIA Muchas gracias a todos los lectores que visitan mi Blog, honrándome con el privilegio de su atención e inapreciable tiempo. Les invito, como siempre, a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán cordial y afectuosamente bienvenidos. Saludos solidarios e istmeños de CECILIA CECILIA
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